¡Calla! ¡No hace falta que digas nada, porque ahora ya lo entiendo todo! ¡Y no necesito tu ayuda! ¡Así es que fue por eso, por eso y nada más que por eso! ¡Claro! ¡Ahora sí que salen las cuentas! ¡Exactas! ¡Así son las cosas! ¡Qué asco! ¡No quiero estar ni un minuto más en la misma mesa que tú! Es por eso por lo que tengo que bordarle tulipanes —¡esas flores odiosas!— en las zapatillas, porque a ti te gustan los tulipanes. Es por eso por lo que tenemos que veranear en las playas del lago Melar, porque a ti no te sienta bien el mar. Es por eso por lo que mi hijo se tuvo que llamar Eskíl, porque tu padre se llamaba así.


Quise alejarme de ti, pero no pude. Tú estabas allí como una serpiente mirándome con tus ojos negros y me hipnotizabas..., yo sentía cómo las alas, al intentar volar, me arrastraban hacia las profundidades. ¡Yo flotaba en el agua con los pies atados y cuanto más movía los brazos intentando nadar más me hundía, más me hundía, hasta llegar al fondo, donde me esperabas tú, un gigantesco cangrejo, para agarrarme con tus poderosas tenazas, y ahí me tienes ahora!
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